Luces imposibles de apagar

Por Enric D´Cantey

 

Me quiero referir a aquel artículo de introducción al número 1 de la Revista D´Country Spirit en el cual mi hijo (Enrique Ruiz) hacia el siguiente relato en el apartado Director :

 

 

“De siempre fui un enamorado de los caballos, de la naturaleza, de los aires de libertad, del estilo western, de su música….y de todo aquello que de algún modo se identifica con lo country. Sin pretender en nada emular la personalidad de Johnny Cash, yo casi diría que con la música country siento las mismas vibraciones que él, que decía : “Amo las canciones que hablan de caballos, ferrocarriles, la tierra, el Día del Juicio Final, familia, tiempos duros, whisky, cortejo, matrimonio, adulterio, separación, asesinato, guerra, prisión, vagabundear, condenación, hogar, salvación, muerte, orgullo, humor, piedad, rebelión, partidismo, robo, determinación, tragedias, alboroto, corazones rotos, y Amor. Y Madre. Y Dios”.

Así es como se encendieron esas luces country, tan difíciles de apagar, y que también brillan - por razones similares- en el sentimiento de millones de personas en todo el mundo. De muchos millones que jamás conocieron EEUU; ni estuvieron en Nashville; ni son cantantes; ni son músicos… Ni tan siquiera saben hablar inglés con cierta soltura... Y jamás han montado a caballo.

 

Pero no vaya nadie a discutirles un sentimiento arrancado de lo más profundo de las raíces americanas. En el fondo de todo ello predomina una clara admiración por el fuste y la valentía de aquellos primeros conquistadores del Oeste. Una clara empatía hacia aquellos hombres que hicieron del caballo su mejor amigo de fatigas, y hacia aquellos pioneros que, salvo con su valor y poco más, se fueron en busca de nuevos horizontes.

 

Fueron las películas del oeste, las que nos encandilaron con la especial vestimenta del vaquero, en la que solía destacar el pañuelo anudado al cuello, un ancho cinturón – del cual solía colgar un revolver a cada lado- el sombrero y las botas. 

Los paisajes idílicos, la majestuosidad de los caballos y una especial música de fondo, nos transportaban, apenas sin querer, a sentir lo country como algo entrañable.  Ni que decir cuando a todo ello se unió el gusto por la música de raíces americanas y el line dance. Fue en ese justo momento, cuando caímos en la cuenta que las luces que nos encandilaron muchísimos años atrás, ya resultaban imposibles de apagar.

 

 

Nota : Adjuntamos como complemento de este artículo las paginas 6, 7, 8, 9 y 10 del primer número de la revista D´Country Spirit.

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Revista D´Country Spirit Nº1 - 02 - Pági
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